JOVEN X JOVEN Una mirada hacia el interior de nuestros pibes

Nos proponemos conocer a nuestros pibes y pibas. Pero para acompañarlos debemos saber qué sienten, escuchar, estar con ellos, darles un lugar importante. 
Por eso queremos compartir algunas de las palabras que nos regalaron. Ahora les dejamos algunas, más adelante, seguramente podremos contarles sobre más testimonios que nos ayuden a caminar como Familia y Casa.

Cuando pongo “jóvenes” en el buscador de google, inmediatamente me ofrece “jóvenes delincuentes”, y con las primeras noticias me basta para entender que son pocos lugares donde la propuesta es conocer nuestro interior. “Un adolescente acusado de extorsión fue condenado a 15 años de prisión…” “Los jóvenes delincuentes, uno ingresado por homicidio, otro por robo, se fugaron”. Siguiendo con la búsqueda con la terminología “Jóvenes” encuentro una página de noticias, que figura como “mirada positiva”, y encuentro otros titulares “ jóvenes solidarios, un grupo que sueña con trabajar por un mundo mejor”, “La juventud sin embargo, se mueve” “ El 44% de los jóvenes inactivos laboralmente estudian o realizan otras actividades no remuneradas”.
Cuál es la diferencia entre el joven condenado que se fuga de un sistema exclusivo, y un joven solidario, y creo que la única diferencia, son las oportunidades, la mirada positiva, la escucha, porque estoy segura que nuestro interior, es el mismo.
Parece que actualmente ser joven es algo así como un estadio primitivo en la vida humana, inferior al adulto, inmaduro, incapaz, imposibilitado, con excepciones de “chicos buenos” que se deciden por hacer otras cosas y pocos se preguntan, porqué algunos tomamos decisiones tan distintas. Parece que ser joven está relacionado a lo efímero, a lo permeable, al corto plazo, a avatares de impulsos que nos llevan a actuar de una o tal manera que cambia constantemente. Pocas veces nuestra voz, nuestros intereses, nuestros sentimientos tienen el mismo peso que el de un adulto y al mismo tiempo no tiene permiso para estar cargado de la inocencia del niño, de la espontaneidad.

Desde mi mirada joven, todavía tenemos la suficiente fuerza para cambiar nuestra rutina, para probar qué nos queda cómodo, qué nos gusta y qué no y animarnos a cambiarlo. Y a veces eso es irresponsabilidad, porque nosotros no tenemos el apuro del futuro, no tenemos el vacío del miedo, ni la desilusión del pasado. Todavía tenemos fe en encontrar un camino, en encontrarnos, confiamos que la forma es probar, y cuando no nos encontramos, también nos enojamos y nos frustramos, a veces un poco cansados nos estancamos y necesitamos de otros que nos ayuden a seguir y si esa ayuda es sincera, seguimos adelante porque confiamos en el otro.
A veces lo que vemos del mundo no nos gusta, nos agota pensar que en algún momento más lejano o más cercano vamos a ser parte de ese trajín de trajes y oficinas, de noticieros de desayuno, de conformidades, de formas y costumbres, y al mismo tiempo luchamos por estar dentro, por que nos reconozcan en esos lugares, por formar parte, porque parece que esa es la forma de ser reconocidos, o esa es la forma que nosotros sentimos de ser reconocidos. De a poco, algunos más otros menos, escuchamos “ese vago que hace música todo el día”, “no sé que le pasa, no para de dormir”, “se la pasa fuera de casa”, “no se compromete con la materia” y yo a veces me pregunto… ¿Quién se compromete con nosotros?
Y entonces, encuentro algunas respuestas, encuentro que están aquellos que quieren conocernos, que se la juegan poniéndose a nuestra par, arriesgando sus formas jugando un partido de fútbol con nosotros o dándonos consejos de amor, aquellos que nos hacen un espacio joven en su adultez y apuestan a nuestra madurez juvenil, a nuestras ganas de transformarlo todo, y somos nosotros los que no queremos dormirnos porque tenemos voces adultas que nos levantan cada día, somos nosotros los que escribimos esta nota y les contamos que también nos enamoramos, y tenemos broncas y grandes problemas, también a veces no tenemos ganas de cumplir con nuestras responsabilidades, a veces estamos de buen humor y a veces no, como también tenemos herramientas y opiniones que pueden ser posibilidades de algo mejor, o peor, sí es verdad, pero están, existen, ahora, hoy. Creo que eso es la juventud, el hoy, el día a día, las ganas de vivir. Capaz el presente nos hace un poco irresponsables, pero no menos que los adulto, porque no hay más y menos, no con la vida, son experiencias, aprendizajes, errores, emociones y quién puede juzgar mi sueño, mis ganas, mi enojo, mis renuncias, nadie tiene derecho a juzgar mis acciones, en tanto no haya tenido un responsable que me eduque para actuar de otra forma.
Esas voces que tanto nos critican, esas que nos banalizan y nos subestiman, pocas veces se sientan a escuchar lo que haríamos por un amigo en problemas, o cómo nos las ingeniamos para sacarle una sonrisa a nuestros padres cuando no podemos entender sus problemas. Lo sencillo y lo cotidiano nos agranda y al mismo tiempo nos aleja del mundo el que tenemos que incluirnos. Y de a poco nos borran las sonrisas porque no encontramos la carrera que nos gusta, nos atrapan los miedos porque no vamos a tener “salida laboral” y nos pone de mal humor tener que cambiar nuestra forma de vestirnos porque sino no somos “presentables”. Y ya no sabemos en que lugar ponernos y vamos por ahí poniéndonos caretas de adultos, olvidándonos de nuestras pasiones, dejando de lado nuestros sueños para parecer más conformes, para estar más cerca del suelo que del cielo, y así de a poco nos convertimos en esos adultos que no escuchan a un joven que quiere decir lo que piensa, las cosas que no están bien, el desorden de prioridades que tenemos.
Hasta que de repente te encontrás con adultos jóvenes que también deben haber tenido buenos compañeros de camino, que te alientan, que son tu hinchada, que te aconsejan que calzado usar pero no porqué camino ir, qué confían en tus pasos y los siguen, pero no los controlan; porque el hecho no está en encontrarnos en el camino y llevarnos al lugar esperado, el hecho está en darnos las herramientas y que nosotros salgamos en busca de lo que esperamos. Somos pasionales con todo lo que hacemos, sí, con todo, hasta con dormir la siesta, y para todo encontramos buenas excusas, porque para nosotros son buenas causas, causas que vamos cambiando y corrigiendo a medida que nos miran con miradas positivas.
Agradezco esos espacios que hoy me dejan opinar, que escuchan lo que quiero decir, y pido por esos pibes que son la diferencia, esos que quieren ir a la escuela y no pueden, esos que no tienen un abrazo amigo, que no escuchan el vos podés. Pido que la diferencia, se vuelva diversidad. Que seamos muchos con todos nuestros intereses, nuestras opiniones, debatiendo cómo hacer de este mundo un lugar dónde querer estar bien, querer estar cómodo y contento sea el mayor logro, porque si todos amamos los que hacemos, si estamos apasionados, el otro va a ser parte de nuestra pasión, va a ser importante y no va a ser parte de nuestra rutina, de nuestra costumbre, no va  a ser invisible.
Jóvenes x jóvenes, empecemos por vernos entre nosotros, y así después, juntos, nos hacemos ver. 

Nadia - Exalumna y animadora del Apoyo Escolar



Me preocupa el futuro, poder tomar las desiciones correctas. Saber que estás en esa edad donde empezás a tener proyectos y a querer sacarle el jugo a la vida, donde tenés que darte la mano con la libertad y la responsabilidad.
Vivimos en una sociedad donde la gente va por ahí, indiferente y sin siquiera levantar la mirada, me atemoriza convertirme en "un ciego más" de esta sociedad, una rutina vacía y una infinidad de preocupaciones superficiales a las que venimos acostumbrados.
Espero y deseo que en mi vida los olores me sean familiares y los lugares me signifiquen risas, torpezas, comidas, abrazos, tactos, tiempos.
Me preocupa de los más chicos, la contradicción entre los valores que enseñamos y los valores que nos golpean desde afuera, cómo lograr ser más fuerte que eso, poder mostrar la realidad como una sola, cómo potenciar la participación de los chicos dentro la institución y también expandir el carisma salesiano en los demás ámbitos de su vida. Y que a los 14, 15, 16 años su vida sea más que pasar 6 horas al día sentados en la computadora o jugando a la play, "cuantos Me Gusta tengo en una foto de perfil", "safar" en el colegio, "tarjetear" para boliches, salir del colegio y estar en la calle, matinees y previas.
En mis amigos busco expresarme como soy, sin formalidades, sin miedo a ser juzgada o malinterpretada, encontrar compañia y complicidad y alguien con quién compartir las cosas que vamos viviendo al mismo tiempo.
En mi familia, encuentro contención, consejos, palabras, límites. De todos mis años de animación, siempre hablar de la familia es uno de los temas más delicados para abordar pero también más movilizante para los chicos, porque son sus raíces, su historia, su comienzo, lo que los angustian, los alegran, los hace ser quienes son.
Me alegra pensar en un cambio posible, en un cambio que parte de la educación en todos los ámbitos pero sobre todo en el valor de la persona. Me alegra conocer gente que cree en este cambio, que son el cambio.
Me alegra haber descubierto mi vocación, y poder elegir en qué dedicar mi tiempo, ya que yo también salgo con amigos, voy a bailar, uso internet, estudio, trabajo, tengo hobbies, me apasionan cosas, me equivoco en muchas cosas, aprendo y me vuelvo a equivocar, como cualquier joven de 21 años.

Ornella - Animadora del Centro Juvenil



Difícil es poder definir ciertas cosas en ciertas edades. Sentimientos que se contraponen, que se contradicen entre sí mismos.  La alegría de hacer lo que uno quiere, de estudiar lo que a uno le gusta, pero al mismo tiempo levantarse todos los días inmersos en una rutina que no nos satisface y que nos hace cuestionarnos si eso es de verdad lo que queremos para nuestras vidas. Cansancio constante, corridas para llegar de una punta a la otra para estar puntual, y el único pensamiento que pasa por tu cabeza: “cúando llega el fin de semana?”
 La alegría al ver a aquellas personas con las que ya no compartís el día a día, y la intensidad de las cosas que se pueden compartir al menos una vez a la semana, tratando de sacar el mayor provecho a esa cena o ese encuentro, sin miedo a abrazar o decir “te quiero, te extraño”.
A pesar de esto, en mí también se juega la importancia del poder vivir el día a día al máximo. A pesar de andar corriendo todo el día y de no tener tiempo de sobra ni para tomar un café, seguir sonriendo, abrazando, charlando, confiando en otros. Alegrarme de levantarme todos los días y tener la oportunidad de tener todas las posibilidades que tengo, y todas las personas que me rodean, a pesar de las distancias. Dar por otros, sin esperar nada a cambio, tratando de hacerlos crecer, de acompañarlos, de vivir con ellos sus cosas; enseñar con el ejemplo, con la experiencia de lo vivido.
Juan Ignacio - Animador del Centro Juvenil

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